martes, 11 de septiembre de 2012

Cuando embarcas un vuelo solo


Tatiana Tolstoi, hija de León Tolstói, dijo una vez que "en Rusia hasta el pasado es impredecible". Algo así pasa en algunos embarques, que uno no tiene muy claro ni cuántos pasajeros están a bordo, ni si te falta alguien, ni cuándo se va el avión (obviamente porque el desaguisado que tienes delante tuya tiene que ser arreglado en algún momento antes de la partida del avión, si es posible). Esta historia es real y me pasó a mí, nadie me la ha contado.
Todo estaba controlado. Sabía que eran 142 pasajeros, 2 personas usando sillas de ruedas que abordarán los primeros, no había menores sin acompañar, sólo tenías que cambiar un par de asientos, y todo iría sobre ruedas. Tu compañero se unirá a tí en el último minuto para cortar las tarjetas de embarque y para permitirte dedicarte a recontar y controlar todas las variables posibles. Nada podía salir mal, lo habías hechos cientos de veces antes, todo operación normal.
La tripulación llega y saluda, no muy amablemente. Resulta que son los únicos que están allí a las 4:30 de la mañana, tú no existes... espera, sí existes y estabas allí antes que ellos, pero bueno, dejémoslo estar. Pasan a bordo y tú avisas a tu coordinador: "tripu a bordo". Él responderá "ok, dame 5 minutos y pido permiso para enviar pasaje". Tú esperarás tranquilamente, aunque finalmente serán algo menos de  15 minutos los que se demore en darte la autorización. Durante ese tiempo has estado "voceando" (término de jerga para llamar por el altavoz) a los pasajeros para cambiar los asientos, sin resultado. La razón es sencilla, lo que de día es como una ciudad ajetreada, por la noche se convierte en un pueblo fantasma, y el único bar abierto estaba a la entrada de la terminal.
De repente suena el teléfono: "comenzamos" suena la voz del coordinador al otro lado del auricular. Aún es un día normal, nada hace presagiar lo que se avecina, te llegarán dos pasajeros con el mismo asiento, eso es todo. Tú compañero aún no llega debido, piensas tú, al retraso del vuelo a Barcelona de primera hora de la mañana. Comienzas a hacer tu trabajo, das los buenos días (literalmente hay muchos pasajeros que se despiertan) y anuncias la salida del vuelo "Sres. pasajeros de XXX destino París sean bienvenidos, vamos a comenzar el embarque con pasajeros en business class. Por favor, tengan preparado su pasaporte o identificación con foto. Gracias" ¿Les suena el anuncio?. Ése soy yo.
Comienzo a revisar las identificaciones mientras admito uno a uno a los pasajeros a pasar por el frío y largo pasadizo que les conducirá al avión. Todo va bien, apenas llevo 20 pasajeros embarcados y de repente aparece un caballero sin billete o boleto de ningún tipo. Únicamente tiene su pase para acceder al avión. "Señor, ¿pago usted su billete con tarjeta o en efectivo?", la respuesta es la esperada, con tarjeta. Muy bien señor, va a tener que esperar al final para que pueda ayudarle porque su ticket no está cobrado. Con cara de muy pocos amigos el señor se aparta y yo continúo con el embarque. 3 minutos después el coordinador avisa que debías haber dicho que apagasen los teléfonos porque estábamos cargando combustible mientras admitíamos pasaje. "Ok, pero aún no soy adivino" pienso mientras le respondo: "¿te importaría dar a ti el aviso que no tengo tantas manos?".
Tras ese pequeño inconveniente aparece un niño de 11 años que me da su billete, le pregunto ¿vienes con tu papá? Me responde, "no, viajo sólo"... digo no puede ser, no había menores sin acompañar en el vuelo, pero en cualquier caso ¿dónde está la persona de la compañía que te acompañaba?... no es que mi papá compró el billete por internet y yo ya sé volar sólo. El niño llevaba su tarjeta de embarque impresa por internet y nunca se presentó en los mostradores. Yo pensé en ese momento, "no... ¡esto ya empieza a ser una mala broma!". Le digo apártate un momentín, porque así amiguito no puedes viajar.
Por recapitular la situación, tenía un pasajero sin billete y otro con 11 años sin papá ni documentación de ningún tipo de menor de edad sin acompañar, más conocido en el argot como "UM", y ¡apenas llevaba 50 pasajeros! Y a todo esto ¿dónde estaba mi compañero? quién sabe, tal vez camino de Barcelona, o atascado en algún control sorpresa de la Guardia Civil. Allí no estaba, eso lo tenía claro. Tengo que parar el embarque para llamar a la oficina y avisar de que estoy sólo y tengo varios problemillas a solucionar. "Te mando un supervisor" me dice Jorge desde la oficina. Hago una pequeña acotación para deciros que el embarque de cualquier vuelo tiene un tiempo determinado dependiendo del tipo de avión, el mío era de 20 minutos, a lo sumo 25, más allá de eso el vuelo se iría tarde por mi culpa. Pues bien, continuo con mi trabajo y vuelvo a admitir pasaje al avión. 15 pasajeros más allá me viene una señora mayor casi llorando: "hijo -me dice- no sé qué voy a hacer, he perdido mi billete, no tengo mi billete, lo tenía aquí, pero ya no está". A lo que le respondo tan amablemente como puedo en una situación que comenzaba a ser de estres que se tranquilizase, que tenía tiempo de sobra para encontrarlo y que no había ningún problema. La pobre mujer sólo sabía decir: "lo tenía aquí, aquí mismo" mientras revolvía su bolso.
Permitidme volver a recapitular porque uno se puede perder. Tenía un señor sin billete, un niño de 11 años que viaja sólo sin ninguna documentación y una señora que se debatía entre el infarto y la llantina por encontrar su tarjeta de embarque. No quiero parecer insensible, pero no está mal para ser un tranquilo vuelo a las 4:30 de la mañana. Por fin, llega una supervisora para echarme una mano. Cuando llego me dijo: "pero que haces porque no estás embarcando". Mi mirada fue tan asesina que no hizo falta palabra alguna. Ella entendió que era mal momento para recriminar cosas y que tal vez sería mejor sacar el vuelo en hora y luego echar las broncas pertinentes. Mis amigos y compañeros de trabajo saben que si hay algo que me guste a mí es el estrés de tener que hacer 4 cosas a la vez y no tener manos suficientes. Pero incluso yo tengo un límite :DDD
Habían pasado 18 minutos desde la hora de comienzo y aún teníamos medio avión vacío. Por mi mente pasaba en un término "técnico" que me encanta usar cuando algo así sucede: "se lio parda". Pero ahora se me "liaba a mí parda". Cuando a los 23 minutos tenemos a todos dentro, voy a entregar la lista de pasaje a la sobrecargo del vuelo. Ella me recibe con cara de "no molestes", "mira van a ser 140 porque tengo unos..." no me dejó terminar, espetándome un "tengo dos pasajeros con el mimo asiento". A lo que yo, con una impasibilidad tremenda y procurando ser irónico le respondí "yo tengo una viejecita al borde del infarto, un UM sin papelería y un señor que no vuela porque no tiene billete". La tripulante comprendió que tal vez no era momento de andar tocando las narices porque dos pasajeros llevaran el mismo asiento, teniendo 62 libres en el avión. Al final le cobramos el billete al señor, la señora no necesito el pase de abordar porque tenía billete electrónico y comprobamos su identidad y el menor se quedó en custodia de la policía hasta que su papá fue a recogerlo. 
Me encanta este trabajo. Un día más con operación normal.

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